En lugar de preocuparte por cómo te ves o como te escuchas, o sobre si estás impresionando a tus oyentes, concentra tu energía en conseguir que el público entienda lo que quieres decir.
En otras palabras, asegúrate de que tus oyentes están siguiendo el orden de tu exposición y comprenden tus ideas. Presta mucha atención a su comunicación no verbal. Si lucen confundidos, explica el concepto de nuevo o añade otro ejemplo. Un expositor que se centra en el público pronto se olvida de estar nervioso.
El ciervo frente a los faros…
Las personas que se ganan la vida investigando lo que asusta más a las personas han hecho un descubrimiento sorprendente. Constantemente cuando la gente hace una lista de las cinco cosas de las que más tienen miedo en la vida, lo que tienen son algunos terrores bastante intimidantes. Tal vez podrías pensar que la muerte sería el número uno en esa lista. Pero la muerte no es el número uno, la muerte tiene que conformarse con el número dos.
Sorprendentemente, la principal cosa que aterra a la mayoría de la gente no es la muerte, es hablar en público. Un comediante popular dijo una vez que esto significa que las personas preferirían ser el hombre en el ataúd en un funeral, que el tipo que está dando el discurso fúnebre.
Si alguna vez has estado en alguna reunión escuchando a un orador, por lo general puedes saber si está aterrado. Se parará allí y verás esa apariencia de «ciervo frente a los faros». Tú conoces esa apariencia. Es una de miedo extremo, pánico y terror tan profundo que la persona está congelada en su lugar incapaz de hablar o moverse. Y si alguna vez has sido tú la persona en frente de un grupo que muestra esa expresión, sabes que la sensación de terror que ocurre frente a un grupo de personas puede ser terrible.
Así que si sabes que hablar en público va a ser parte de tu trabajo o algo que tienes hacer regularmente, tú tienes que encontrar una manera de neutralizar ese miedo y ser capaz de relajarte delante de una multitud cuando hables.
¿Cuántas veces te has sentado y escuchado a un orador relajado, divertido, brillante y capaz incluso de manejar preguntas sin dificultad alguna? Es fácil admirar a este tipo de oradores y creer que él o ella tiene poderes mágicos que tú nunca tendrás. Pero ellos no tienen magia. Ese orador simplemente ha aprendido algunas técnicas para neutralizar esos miedos y así él o ella pueden parecer relajados y como si se estuvieran divirtiendo ahí. No es un talento nato. Es una habilidad que puede aprenderse.
Por supuesto mucha de la capacidad para mirar un mar de rostros que quieren escuchar lo que quieres decir y no sentirte mal proviene de la experiencia. Pero la experiencia te enseña cosas que tú puedes comprender, al menos, mientras te conviertes en un profesional con experiencia para hablar en público. Una de esas cosas es que el público no sabe qué esperar. Si te quiebras por qué te sientes aterrado frente a la gente, es porque piensas que ellos saben sobre lo que vas a hablar y estás siendo juzgado.
Pero para entender lo que la gente espera cuando te miran en el podio, sólo recuerda la última vez que escuchaste a alguien hablar. Tú no tenías una idea predefinida de lo que se iba a decir, y probablemente no tenías ningún esquema o marco de referencia sobre lo que el orador iba a decir. Esto significa que incluso si tú no realizas tu presentación a la perfección, ¡ellos nunca lo sabrán! Mientras tú no los dejes saber que estás nervioso o no estás seguro de tu material, ellos no sabrán si lo hiciste mal. Si se te olvida todo un segmento de tu presentación, siempre que lo que digas siga un flujo agradable, tus oyentes nunca sabrán que se te olvidó. La gente pensará que tu discurso fue muy correcto y es probable que aplaudan.
También recuerda que no le estás hablando en realidad a un grupo. El grupo no tiene oídos. Tú estás hablando con varias personas individuales. Cuando escuchas a un orador, tú eres una persona que escucha a una persona. Así es como cada persona en la audiencia te está recibiendo, como individuos. Así que si hablas con ellos como si fueran una sola persona, no una multitud, tu presentación será cálida, personal y muy exitosa. Y a la gente le gustarás, lo que ayudará mucho.
Sólo recuerda que sus expectativas sobre ti son bastante bajas y la mayoría de las veces, las personas que te escuchan quieren que tengas éxito. Así que sonríe, utiliza un poco de humor y usa ese pequeño consejo privilegiado para relajarte ahí. Y cuando logres relajarte, podrás realmente divertirte al hablar en público en vez de desear ser el hombre en el ataúd.
Víctor Toscano
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