[headline_arial_medium_centered color=»#aa0000″]»Cómo Vencer El Miedo»[/headline_arial_medium_centered]
Hay tres soluciones principales para ayudarte a reducir el miedo y hacer que funcione a tu favor y no en tu contra:
[headline_arial_small_centered color=»#000000″]1. Acéptalo como una manera natural de ayudarte a ti.[/headline_arial_small_centered]
No tienes por qué estar aterrado del miedo cuando aceptas que es una forma natural de la naturaleza para protegerte y ayudarte. Reconócelo. No te condenes a ti mismo por tenerlo. Todos sentimos miedo. Ya sea que tu temor se derive de la idea de estar tú solo en el escenario delante de cientos de personas, o incluso de la idea de subir al foro para hablar, ten en cuenta que estás respondiendo normalmente.
Los atletas están nerviosos antes de una competición importante, los músicos tiemblan antes de un concierto, los artistas experimentan miedo escénico. Los expositores recurrentes nunca se libran de los nervios antes de hablar, ni quieren hacerlo. Un actor experimentado dijo una vez: «Yo solía sentir mariposas en el estómago cada vez que estaba en frente de una audiencia.Ahora que sé cómo hacer para que trabajen para mí, vuelan en formación«.
Sabiendo que estás sujeto a una respuesta humana normal y común, puedes manejar el mayor factor que contribuye a tu miedo: puedes dejar de condenarte por ser raro.
Los psicólogos dicen que el miedo no es el verdadero obstáculo. Nos sentimos incómodos o ineficaces porque creemos que el miedo es inapropiado. No es el miedo en sí, sino tu sentimiento al respecto lo que te decepciona. La nota de Franklin Roosevelt sobre el discurso de Henry Thoreau lo resume así: «No tenemos nada que temer más que al miedo mismo«. Tan pronto como tú lo sepas y lo reconozcas, estarás en camino hacia el auto-dominio.
El miedo es la forma en que la naturaleza nos prepara para el peligro, ya sea real o imaginario. Cuando te enfrentas a una nueva o diferente circunstancia, o cuando muchos están mirándote y no quieres echarlo a perder, la naturaleza hace algo genial para ayudarte a ti, si reconoces la ayuda en vez de sentirte decepcionado por ella.
La naturaleza agrega adrenalina al torrente sanguíneo. Esto acelera el pulso y tus respuestas. Aumenta la presión arterial para que estés más alerta. Te proporciona la energía adicional que necesitas para hacer tu mejor esfuerzo. Sin la ansiedad no habría un esfuerzo adicional.Identifica el miedo como un amigo. Reconócelo y úsalo bien.
[headline_arial_small_centered color=»#000000″]2. Analiza Tu Miedo.[/headline_arial_small_centered]
Tu próximo paso para dominar el miedo es fácil y no requiere esfuerzo. Analiza tu tipo de miedo. El miedo es una herramienta de protección. ¿Qué estás protegiendo? Estás preocupado por tu auto-estima. Al hablar en público, sólo hay tres peligros para la autoestima:
- El miedo a ti mismo – El miedo de hacerlo mal o de no complacer a tu auto-estima.
- El miedo a tu público – Temer que se puedan molestar o que se rían de ti.
- El temor a tu material – El miedo a no tener nada sensato que decir o a no estar bien preparado.
El miedo a ti mismo y el miedo a tu público están muy ligados. Es posible agradarte a ti mismo mientras fallas al satisfacer a tu público. Enfocarse en la aprobación del público es a menudo una mejor alternativa, ya que si tienes éxito, en realidad también te complacerás a ti mismo.
Sin embargo, con el objeto de satisfacer a tu público nunca debes de poner en riesgo tu mensaje. A veces puede que tengas que dar un mensaje a personas que sabes que están particularmente en contra. Esto requiere valor. No tengas miedo a estar en desacuerdo. Los buenos expositores lo han hecho, y con orgullo han bajado del escenario exitosamente. Las creencias honestas impulsan al expositor y dan fuerza al discurso.
[headline_arial_small_centered color=»#000000″]3. Haz Uso de lo Que Has Aprendido.[/headline_arial_small_centered]
Ahora sabes que el miedo, el arma secreta de la naturaleza, realmente puede ayudarte a tener éxito. Encontraste que no era realmente miedo al miedo lo que te paralizaba, sino miedo a ti mismo, a tu audiencia, y a tu material. Ahora, utiliza tu conocimiento. He aquí cómo puedes hacerlo:
a. Oculta tus sentimientos negativos a los demás.
Si te falta confianza en ti mismo, ocúltalo. Dejar que el público lo sepa, no te ayudará de ninguna manera. Nunca hables de ello. Esto sólo hará que te sientas peor. Actúa con confianza. Bórralo de ti. Lucirás de la manera en que te sientas. ¿Has oído hablar del niño asustado que caminaba por el cementerio una noche? Mientras caminaba casualmente y silbaba alegremente todo estaba bien. Pero cuando apretó el paso, no pudo evitar la tentación de correr, y cuando corrió, el terror se apoderó de él.
No te des por vencido. Mantente calmado y relajado. Disfruta de tu conversación y de tu público.
b. Evalúa tu condición detenidamente.
Piensa en las razones por las que fuiste solicitado a hablar. Entre otros posibles expositores, te eligieron a ti. Quien te solicitó tuvo confianza en ti, o no hubieras sido elegido.
Tú eres visto como alguien competente, un buen expositor. Y sabes sobre el tema. Sabes más acerca de éste que tus oyentes.
Tu evaluación revela que estás preparado para hacerlo bien y que tienes ventaja sobre tus oyentes. Al aceptar esto, tu confianza será mostrada a tu público. Esto hará que crean en ti y en tu exposición.
c. Evalúa a tu público detenidamente.
Ellos quieren que te vaya bien. Los oyentes sufren con un expositor que tiene dificultades para expresarse, y ellos no disfrutan ese sufrimiento. Preferirán reaccionar y criticar; lo que les haría pasar un buen momento en vez de sufrir. Así que considera a tu público en lugar de a ti mismo. Gana su interés, y serás más seguro, y todo el mundo será feliz.
Otra manera de explicar esto: Enfócate en un buen mensaje y una buena presentación de tu exposición. Harás feliz al público con esto y tendrás éxito en tu misión. Haz bien lo primero, y lo demás fluirá fácilmente.
d. Evalúa tu material detenidamente.
El temor al material es el más fácil de vencer ya que la solución es sencilla: el conocimiento y la preparación. El conocimiento y la preparación disipan el miedo, pero por sí mismos, no garantizan automáticamente la presentación de una exposición correcta.
Un buen comienzo es reconocer que no es necesario tener miedo de ti mismo, de tu público, o de tu material. Y conforme vayas teniendo éxito presentando discursos, no tardarás en decir:«Yo puedo hacerlo porque lo he hecho muchas veces correctamente».
Víctor Toscano
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