Cómo Agradarle A Tu Púlbico

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Cierto día estaba nuestro amigo Jorge preparando una presentación que tenía que realizar para los clientes de la empresa en la que trabajaba. Se trataba de un nuevo producto que se había desarrollado, y él tenía que mostrarles a ellos, todos sus beneficios.

Él siempre odiaba tener que hablar frente a ese tipo de personas tan hostiles y desagradables. Ellos siempre lo contradecían y le hacían preguntas difíciles. Además, a ellos nunca les había gustado una exposición de Jorge. Su jefe siempre le decía que si quería conservar su empleo, tenía que mejorar sus presentaciones.

El día de la exposición, Jorge estaba ya listo para empezar, cuando vio a Laura. Laura era su mejor amiga en el bachillerato y tenía tiempo sin verla, así que se alegró mucho. Después de dar un saludo muy afectuoso a su buena amiga, dio por comenzada la presentación.

Para Jorge, Laura era una persona tan agradable, que hasta le hizo olvidar a su hostil público. Entonces se le ocurrió una idea. Decidió dedicar esa presentación especialmente a ella. Procuraba mirarla casi todo el tiempo y ella le sonreía. Esa sonrisa le generaba mucha confianza y lo hacía sonreír a él. De repente vio a otra mujer que también le sonreía y parecía estar de acuerdo con Jorge en todo lo que expresaba.

Así transcurrió toda la exposición, y Jorge se enfocó solamente en esas dos personas que le agradaban mucho. Ya casi al finalizar, se dio cuenta de que todos lo miraban atentamente, y nadie le había hecho ninguna contradicción. Por fin terminó, y todos le aplaudieron enérgicamente. Ese fue el primer gran triunfo de nuestro amigo.

Si piensas un poco en lo que le sucedió a Jorge, te darás cuenta de que centró su atención en las personas del público que le agradaban. Gracias a eso, se sintió escuchado y confiado. Así se olvido de estar nervioso y logró generar una gran simpatía y agrado a TODO su público.

Si Te Agradan, Les Agradarás A Ellos.


Si observas a los oradores experimentados, a veces parece que pueden lanzar un hechizo a una audiencia.

Tú como miembro de la audiencia sabes lo que se siente ese hechizo. Y una de las primeras evidencias de que el orador iba a mantener a esa audiencia en la palma de su mano, fue que casi instintivamente él o ella te agradó. Y lo interesante de ese «hechizo» es que una vez que realmente te gusta ese orador, naturalmente estás abierto a su presentación, escuchas con más atención y estás más abierto a su sugerencia, en caso de que el hablante esté conduciendo hacia algún punto.

Así que mientras te preparas para empezar a hablar en público, es natural que quieras saber cómo hacer que ese hechizo trabaje para ti. Todos tenemos un sentimiento natural de inseguridad o inferioridad, y nos preocupa que no le gustemos al público y que nuestra presentación vaya a salir mal. Entonces te preguntas si ese orador, naturalmente es más agradable que tú, o si utiliza alguna magia para hablar en público para gustarle a la audiencia.

La respuesta es ambas. En primer lugar, no, ese orador no es más simpático que tú. Eso es solamente tu inseguridad hablando contigo. Tienes que ordenarle a esa inseguridad que se vaya, porque no te va a ayudar en nada para convertirte en alguien mejor para hablar en público. Y en segundo lugar, sí hay algo que los oradores conocen para lograr agradar a su audiencia pero no, no es magia. Es algo que cualquier persona que se pare frente a una multitud puede usar y siempre va a funcionar.

El secreto realmente no es muy complicado. Sólo tienes que aprender a querer a la audiencia. Eso puede parecer simple, pero la base de esa idea es un poderoso principio de la psicología. Cuando te paras delante de una multitud y te has entrenado para que te agraden, eso sale en todos los aspectos de tu postura y la forma en que te comportas. Tú sonreirás más, harás contacto visual y de hecho te encontrarás deseando interactuar con ellos durante el transcurso de tu presentación.

Ahora, no te preocupes si tu discurso o presentación no es interactiva como una especie de diálogo. Pero si has hablado con algún grupo pequeño anteriormente, tú sabes que hay mucha interacción surgiendo, incluso durante un discurso de un sólo sentido. Ese orador que te encantó ese día con esa «magia», sabe que la interacción continúa todo el tiempo. Mientras hablas, obtienes respuestas en forma de lenguaje corporal y expresiones faciales que te permiten saber cómo lo estás haciendo. Y al empezar con un calor fundamental y una relación afectiva con la audiencia, esa retroalimentación será cálida y afectuosa también, y eso simplemente hará la presentación más exitosa.

El truco para aprender cómo gustarle a tu público yace en la búsqueda de buenas razones para que ellos te gusten. Utilizamos la palabra «truco» por una buena razón. Cualquier razón para que te gusten funcionará. No te tiene que gustar cada persona en la audiencia. Es posible que te guste la ropa que llevan puesta o los rostros de las personas en la audiencia. Te pueden gustar algunos que conozcas en particular, o algunos que conociste y con quienes encontraste una química desde el principio. Te puede incluso gustar una multitud sólo porque encuentras atractivos a algunos de ellos en el grupo. Al centrarte en los que te gustan, tu calor hacia ellos se extenderá al resto de la audiencia mientras hablas.

En poco tiempo tendrás a la multitud en la palma de tu mano y estarás utilizando ese conjuro mágico para hacer de tu presentación, un éxito. Entonces te acordarás de este pequeño «truco». Y lo usarás a menudo para tener éxito al hablar en público en todo momento.

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