Usa Historias al Hablar en Público
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Ilustra, Ilustra, e Ilustra.
Cuando un orador pierde a su público, muy a menudo es un misterio para él. Pero para la audiencia no lo es. La causa simple es que muchos discursos, duran demasiado tiempo hablando de una misma teoría o idea. Y nosotros como humanos, tenemos problemas para concentrarnos en una idea abstracta por mucho tiempo, antes de perder interés. Esta es una de tantas razones por las que el orador tiene que usar muchas historias e ilustraciones para asegurarse de mantener la atención del público. Algunos oradores no creen en la necesidad de usar ilustraciones concreatas para lograr que la audiencia se conecte con el hablante. Pero esta es una forma básica de comunicación humana. De hecho, algunos de los más brillantes oradores en el mundo tienen conocimiento de que si un orador no puede expresar sus ideas en ilustraciones concretas, ese orador todavía no tiene comprensión sobre aquellas ideas. El uso de historias y humor debería comenzar tan pronto como comience la presentación. Uno de los problemas que el público experimenta con el orador, tiene que ver con la velocidad de procesamiento. La ciencia nos ha demostrado que la mente humana puede pensar al menos 10 veces más rápido de lo que escucha. Esto significa que el 90% del tiempo en el que tú le estás hablando a un grupo, es tiempo libre para que sus mentes se distraigan. Si les das una historia concreta en la que puedan pensar, le estas dando trabajo a su mente para que analicen los detalles y no piensen en nada más. Al abrir con una historia ilustrativa y entusiasta, estás capturando las mentes de tu público rápidamente. El mejor tipo de historia para abrir un discurso es una de humor, especialmente si es alguna anécdota de tu pasado. Este método no solo es una maravillosa manera de decir tu relato junto a una entretenida historia, también los conecta a ti, y abre al orador a su audiencia, lo que provoca la interacción. Cuando elijas abrir con una historia graciosa, usa estos dos criterios para seleccionar la ilustración correcta. Primero selecciona una historia que se conecte al problema a ser tratado en la presentación. Si el problema es un tema abstracto, como por ejemplo una teoría política, puede ser difícil relacionarlo con tu historia. Pero trata de acercarlo lo más posible a la ilustración, al menos lo suficientemente cerca para tener lista una transición que lleve a tu público desde la historia hasta el concepto que hayas decidido discutir primero. En segundo lugar, conecta tu historia de apertura y cada ilustración de tu discurso, a tu tema. De esta manera en cada paso del proceso, las ilustraciones alcanzarán a la audiencia, rescatándolas de cualquier desvío, trayéndolas de regreso a la charla, y poniendo en su mente lo que tú quieres que piensen sobre esa parte de la presentación. Tú puedes saber si tu audiencia se distrae. Cualquier orador ha visto que el público comienza a perder interés en lo que está diciendo. Los ojos de las personas comienzan a alejarse del orador. A menudo comienzan a distraerse con algo sobre sus piernas, o con alguna otra cosa. Puedes ver que están escribiendo, pero probablemente no sean notas sobre tu discurso. Comienzan a cabecear o simplemente puedes ver que se van a dormir por completo. Cuando veas que eso sucede, tu presentación se está tardando demasiado en ideas teóricas, y necesitas volver y pensar diferentes mezclas de ideas e ilustraciones. Una buena ilustración al menos mantiene a la audiencia atenta a la discusión. Pero una gran ilustración se convertirá en realidad en parte de la presentación. Así puedes contar tu historia, y después usar varios elementos de la misma, como apoyo para tus próximos puntos a tratar en de tu discurso. Si logras hacerlo bien, no perderás a tu público, porque una historia concreta sirve perfectamente de ancla para el resto de la presentación. Entonces, aprende el arte de contar una buena historia. Cualquier historia larga de algún escritor nos enseña que el corazón de una buena historia es el detalle. Pero en público, una historia debería ser breve, así como fácil de comprender. Si tiene humor, es la mejor historia posible, pero tiene que tener personalidad. Y debería a obligar a la audiencia a conectarse con el orador, y comprender las ideas que quieres que comprendan. Y si eso sucede y no tienes un discurso fuerte como resultado, estarás complacido con seguir el consejo de los expertos oradores. Ilustra, Ilustra, e Ilustra.Si te pareció útil este tema, compártelo en...
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